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Desfragmentando nuestra cultura (mayoritariamente de base judeocristiana) y analizando algunas piezas se encuentran hechos muy interesantes que muestran la amalgama de influencias de antiguas civilizaciones que conforman nuestro patrimonio cultural. Más o menos todos tenemos una idea de las trazas que diferentes civilizaciones pre-cristianas nos dejaron de herencia: San Juan o festividad del solsticio de verano, noche de reyes o fiesta de la luz de origen heleno, Asunción de María o fiesta en honor a Hécate – Artemisa – Diana (diosa de la luna y reina del cielo también en la mitología griega) [1] y como es natural, también el solsticio de invierno o festividad de Navidad.
Comprensiblemente las religiones “modernas” no surgieron de debajo una piedra y tardaron un tiempo nada menospreciable en extenderse en todas las capas sociales. Sin intención de simplificar todo este proceso, es innegable que una de las consecuencias de esta expansión fue la asimilación como propias de festividades y adoraciones a antiguos dioses. Entre estos la Navidad juega un papel bastante importante ya que en lenguaje común se trata de un poti poti que merece especial atención. Para empezar el 25 de diciembre se celebraba el nacimiento de Saturno (festividad romana de Saturnalia, Figura 1, el renacimiento del Sol (tribus nórdicas), y parece ser que después de la sugerencia del papa Julián I (año 350 d.C.!!) también el nacimiento de Jesús de Nazaret. [2]
La vigilia, el 24 de diciembre, siguiendo la misma lógica cristiana se puede interpretar como la noche de María ya que es cuando ésta da a luz al hijo de Dios. Si bien es cierto que en cualquier homilía de la noche buena la virgen ocupará un lugar especial, es también un hecho que su persona siempre ha sido relegada a un segundo lugar en la escala de importancia. Y eso “sorprende” ya que precisamente en la mitología germánica esta noche era la Noche de las Madres.
Dependiendo de la geografía nos podemos encontrar con variaciones de la historia ya que los pueblos germánicos fueron muchos y se extendieron por gran parte de Europa (Figura 2) mezclándose a la vez con civilizaciones autóctonas. Además eran mitos y tradiciones transmitidos oralmente por lo que no fueron documentados hasta muchos siglos después.
Mōdraniht, Mütternacht o la Noche de las madres es la festividad que se celebra durante el solsticio de invierno dentro del marco de las celebraciones de Jul (Jól). [3] Durante esta noche se veneran las antiguas madres fundadoras del clan o de la tribu, las madres ya desaparecidas muchas generaciones atrás, la madre diosa Frigg así como otras deidades de influencia romana que se conocían con el nombre de Matres o Matronae. Estas mujeres, también nombradas Disen, eran las encargadas de proteger el campo y el clan, y hacer que su bienestar y fertilidad perduraran. También eran las guardianas del campo, ayudaban a las mujeres a dar a luz y protegían los hombres en la guerra y en los arduos trabajos de la tierra.
Entre los pueblos anglosajones de origen germánico, la celebración consistía en ofrecer un sacrificio a las Disen seguido de un banquete multitudinario. Diversos altares fueron erigidos en honor a estas Matres entre los siglos I y V d.C. (Figura 3) aunque se tienen indicios que la festividad ya se celebraba en la edad de bronce. [4] En la tradición noruega, la festividad hace referencia al nacimiento del Sol, hijo de la diosa del invierno Frigg. En un contexto puramente astronómico, el hecho de que el Sol “nazca” en el solsticio de invierno es una manera de indicar que en este día, la posición del astro en el cielo adquiere su punto más bajo, a partir del cual solo puede crecer.
Es curioso como siglos y siglos de observaciones y análisis astronómicos que permitieron a muchas civilizaciones entender los movimientos astrales y que de alguna manera conectaban la población con la naturaleza, fueron progresivamente sustituidos por conceptos totalmente ajenos. Probablemente siempre existió un remanente a lo largo de los siglos de este conocimiento pese a la adopción de nuevos rituales religiosos pero me pregunto cuanta gente sabe hoy en día qué es el solsticio de invierno y qué representa a nivel astronómico.
Algunos dirán que ya no es importante ni necesario saber en qué estación vivimos ni saber por qué el Sol está en un punto y no en otro del cielo ya que en nuestro día a día tenemos todas las necesidades básicas cubiertas y no hace falta que nos preocupemos de si habrá buena o mala cosecha el invierno que viene. De paso también podemos pensar que ya no es importante celebrar el nacimiento de ningún dios porqué como decía Marx “la religión es el opio del pueblo” o porqué simplemente ya no está de moda ser religioso.
Celebrar la Navidad se ha convertido en banquetes familiares, saturación de compras y estrés máximo para una buena parte de la población ya que es algo que “se tiene que hacer” y si no lo haces “alguien se enfada”. Las celebraciones forman parte de nuestra cultura y precisamente por eso todos deberíamos saber exactamente qué celebramos y por qué lo celebramos. ¿Celebramos el nacimiento de Jesús? Fantástico, ¿qué significa eso? ¿Celebramos el Tió? Perfecto, ¿qué representa?
¿Nos marcamos una noche buena germánica homenajeando a nuestras madres, abuelas, hermanas, esposas, novias y otras mujeres importantes en nuestra vida? Ahora ya sabemos el origen de la tradición 🙂
Rosa Mª Torrademé
Imagen de portada: “The Dises” (1909) de Dorothy Hardy
Bibliografía:
[1] http://www.monografias.com/trabajos6/paga/paga.shtml
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/25_de_diciembre
[3] https://en.wikipedia.org/wiki/Yule
[4] Steinbock, Fritz “Das Heilige Fest: Rituale des traditionellen germanischen Heidentums in heutiger Zeit” Edition Roter Drache
[5] http://blog.wurzelwerk.at/?cat=11&paged=2
[6] http://www.wikiwand.com/es/Invasiones_b%C3%A1rbaras
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