cultura:
1 1 f. [LC] Acción de cultivar; el efecto.
1 2 f. [LC] [PE] Conjunto de las amistades literarias, históricas, científicas o de cualquier otro tipo que se posee como fruto del estudio, de las lecturas, de viajes, de experiencia, etc.
2 1 f. [LC] [AN] [PE] Conjunto de los símbolos, valores, normas, modelos de organización, conocimientos, objetos, etc., que constituyen la tradición, el patrimonio, la forma de vida, de una sociedad o de un pueblo. 2 2 [CO] [LC] cultura de masa, Cultura que, difundida por los medios de comunicación de masas, pretende conseguir la aceptación de la mayor parte de la sociedad. (Diec)
patriarcal:
adj. [LC] [RE] [AN] Relativo o perteneciente a los patriarcas, a la dignidad de patriarca o al sistema del patriarcado. Costumbres patriarcales. Iglesia patriarcal. (Diec)
patriarcado
Se trata de un sistema que justifica la dominación sobre la base de una supuesta inferioridad biológica de las mujeres. Tiene su origen histórico en la familia, cuya jefatura ejerce el padre y se proyecta a todo el orden social. (Pikara Magazine)
Las sociedades [1] actuales occidentales son sociedades androcéntricas. La medida de todas las cosas es el hombre, donde las mujeres estamos relegadas a un segundo plano. Esto viene de lejos y no tenemos espacio ni, sinceramente, creemos ser las más indicadas; por lo tanto haremos aquí un breve repaso histórico-antropológico al respecto.
Que vivamos en una cultura fuertemente patriarcal es un problema. Un problema porque eso quiere decir que hay personas de primera: los hombres, y personas de segunda: las mujeres.
Personas que por el simple hecho de haber nacido con un sexo (biológico) determinado ya se les otorga unas capacidades, habilidades, características, una manera de ser y de hacer, de expectativas, limitaciones y funciones determinadas dentro de la sociedad que construye el género (social), dentro del binomio “hombre” y “mujer”. Una sociedad que atribuye superioridad a los hombres sobre las mujeres, una sociedad machista, en la que desde el minuto 0 las mujeres sufrirán unas opresiones determinadas que las acompañarán a lo largo de toda su vida: el machismo.
Esta socialización diferenciada es sexista [2] y es clave para comprender porqué seguimos viviendo en una cultura machista y patriarcal.
La socialización es ese proceso mediante el cual los individuos, los niños y niñas, adquieren las normas sociales de comportamiento de la sociedad en la que viven y las integran en su personalidad e identidad, así como al desarrollo por el que logran la adaptación al entorno social. La socialización se divide en primaria y secundaria, siendo la primera etapa la que tiene lugar en el entorno familiar, durante los primeros años de vida de las personas, en la infancia; a partir de la adolescencia se inicia la socialización secundaria, que también influye en la construcción de la identidad, sus expectativas, formas de relacionarse y de pensarse. Los agentes que contribuyen a esto son personas e instituciones [3], en un sentido amplio; como lo es también, de nuevo, la familia. Ésta y la escuela son las más influyentes, pero no podemos obviar otras como la publicidad, religión, medios de comunicación, libros, canciones, juegos, etc.
¿Qué pasa cuando esta cultura es altamente discriminatoria o injusta para más de la mitad de la sociedad? ¿Qué pasa cuando bajo la protección de “es tradición, siempre ha sido así” se siguen legitimando discursos, prácticas y realidades que consolidan la desigualdad y las violencias? Esto es lo que pasa con la cultura patriarcal. ¿Y por el hecho que es cultura tenemos que aceptar eternamente prácticas sociales que sitúan a las mujeres en un segundo plano, en inferioridad a los hombres? ¿No es claramente una contribución a la reproducción de un modelo concreto de sociedad?
Para nosotras, y por suerte para mucha otra gente, no hay suficiente, ni es razón de peso que una práctica o costumbre sea tradicional para que sea válida, justa o legítima.
Mientras la cultura hegemónica siga siendo machista y patriarcal, hará falta ponerla en duda y cuestionarla. Aceptar socialmente cualquier tipo de práctica que no apueste por la igualdad no se tendría que permitir solo por el mero hecho de la tradición.
¿Por qué no apoyamos y creamos nuevas maneras de relacionarnos, de pensarnos, de construir identidades, de educar, nuevas tradiciones? Formas más justas, que traten a todo el mundo con igualdad de condiciones, y que promuevan valores de equidad y justicia social, capacidad crítica y de decisión.
Esta afirmación, que la cultura hegemónica actual es machista, para nosotras tan obvia, no siempre suma sino que a menudo genera rechazo y enemistades. Cuesta mucho cuestionar y romper el mapa, los conceptos y las relaciones que nos han dado para comprender el mundo, para explicar (y justificar) que pasa y por qué pasa. tenemos algunas creencias tan inculcadas que tenemos que hacer un esfuerzo para pensar que “no es natural, que no tiene porqué ser así”, y deviene, así, una revolución.
Parafraseando a Bécquer podríamos decir “¿Y tú me preguntas qué es cultura? Cultura eres tu”, es decir todo lo es, y muchas veces ésta empara y sirve de excusa para mantener el status quo, no cambiando nada. ¡Ah! es que es una tradición. ¡Ah! Es que siempre se ha hecho así. ¡Ah! no hay para tanto.
Como individuos y como personas que formamos parte de grupos y colectivos, desde la familia, el AMPA, el trabajo o el gimnasio podemos hacer como que la cultura no forma parte de todo esto o como si fuera algo estático, imposible de cambiar. O podemos ser agentes de cambio y transformación, cuestionándonos y desmontando aquellos elementos de la cultura que sean injustos y sexistas (o injustos y racistas, pero ahora estamos con desigualdades de género) y proponiendo modelos, referentes y prácticas más justas.
En definitiva, en nuestras manos tenemos una parte nada menospreciable de la solución y, por lo tanto, en nuestra espalda hay una parte de responsabilidad. Los cambios no se producen solos, se tienen que impulsar y no es sencillo cambiar eso que, como decíamos, lleva toda la vida haciéndose de una manera determinada. Estamos fervientemente convencidas de que estos cambios son posibles y que pasan sin duda por la conciencia, la voluntad de transformación, por señalar y enumerar las desigualdades y discriminaciones, incorporando la mirada co-educativa en cada cosa que nos rodea y tratar de transformarla con valores de igualdad y género.
No podemos elegir si queremos formar parte de la cultura de la sociedad en la que vivimos, pero si que podemos decidir si, desde la complicidad del silencio, la perpetuamos y consolidamos, o desde la conciencia y el compromiso, hacemos todo lo posible por cambiarla. Como decía el Capità Enciam: los pequeños cambios son poderosos; y el derribo del patriarcado y de la cultura machista pasa por aquí.
Júlia Mas y Judith Terés
Miembros de Projecte ella
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[1] Aclaración: cuando hablamos de sociedades actuales nos referimos concretamente a sociedades occidentales del XXI.
[2] sexismo (diec)
1 m. [PS] Ideología que defiende la división de la sociedad en razón de la diferencia de los sexos y el mantenimiento de unas normas de comportamiento que corresponden a esta división.
2 m. [PS] Conjunto de actitudes que se caracteriza por el desprecio o la desvalorización de todo lo que son o hacen las mujeres.
[3] institución
1 1 f. [LC] [DR] [AD] Acción de instituir. La institución de una orden religiosa.
1 2 [LC] [DR] [AD] institución de heredero En un testamento, nombramiento de heredero.
2 f. [AD] Organismo que lleva a cabo una función de interés público. Los hospitales son instituciones útiles.
3 1 f. pl. [AD] [DR] Conjunto de formas o estructuras sociales tal como son establecidas por la ley o la costumbre.
3 2 [LC] [DR] [AD] instituciones de un país Leyes fundamentales que lo rigen.
3 3 [LC] [DR] [AD] instituciones de derecho civil Elementos fundamentales de derecho civil.
4 f. [SO] Categoría social conformada por el conjunto de pautas sistematizadas de conducta de un grupo de individuos relacionados por vínculos de parentesco, económicos, culturales u otros, que, aparecida para atender alguna necesidad básica de la sociedad, logra carácter orgánico y permanente y , a menudo, una reglamentación jurídica. (Dieci)