Lo primero que me recibe es una fotografía gigante del estudio de Jaume Plensa (Barcelona, 1955), a escala real. Y es desde ahí que se accede a su exhibición, es decir, prácticamente desde su cabeza. Veis las estanterías, las herramientas, algunas pruebas que nos llevaríamos para casa sin pensarlo mucho, cosas que parecen recuerdos y juegos, más herramientas…