Estas últimas semanas se ha hablado mucho de feminismo, de empoderamiento de la mujer, de hacer política con conciencia de género y de cuánto camino queda aún para alcanzar unos mínimos que deberían ser, a estas alturas, básicos en cualquier sociedad que se quiera autodenominarse “desarrollada” o “avanzada”.
Desgraciadamente quizás nos estamos volviendo a creer el mito, el mito de la Europa intelectual y consciente del valor de sus ciudadanas, el mito que nos llena la boca de palabras bonitas que hablan de derechos y que terminan en recipientes vacíos de contenido , palabras que esconden detrás de una cara bonita lo más perverso de las relaciones humanas: el poder y la dominación, los fuertes sobre los débiles, el “no estamos tan mal” con la invisibilidad forzada.
Si lo que se necesitan son más ejemplos de situaciones insólitas e injustas, situaciones que serían impensables si se tratara de hombres; para que la cortina que esconde la desigualdad caiga, de acuerdo, aceptamos el reto.
Imagínese un grupo de escritores y artistas de (pongamos) Madrid de finales del siglo XIX y principios del XX. Escritores que luchan por los derechos de los trabajadores, para que éstos tengan acceso a cursos de formación y a la escolarización universal de sus hijos, y que forman una asociación para conseguir estos objetivos. Probablemente se les habría olvidado durante el Franquismo pero luego, ya entrados en la transición, seguro que muchas de sus obras habrían reeditado y que al menos algunos de ellos serían conocidos por una parte importante de la población.
Hasta aquí todo normal, ahora sitúate en Múnich de finales del siglo XIX y principios del XX, donde un grupo de mujeres escritoras y artistas decide crear una asociación para conseguir el derecho de la mujer a la formación y al trabajo, a la igualdad de sueldo y a la independencia económica. Son consideradas las pioneras del movimiento feminista en la ciudad, movimiento que se truncó por culpa del nazismo. La Segunda Guerra Mundial se terminó en 1945 y desde entonces Alemania ha sido una república federal, primero partida en la Bundesrepublik y la Deutsche Demokratische Republik y a partir de la caída del muro de Berlín y la posterior reunificación, como en Alemania. Munich fue siempre parte de la parte aliada y por tanto hace más de setenta años que vive en un sistema de “democracia occidental”. Un tal esperaría que después de tantos años y con tantos intelectuales en todo el país, este grupo de mujeres habría recibido el reconocimiento que se merece y que muchas de ellas serían conocidas por buena parte de los ciudadanos de la ciudad (por lo menos los que han sido escolarizados en el sistema alemán).
No me considero ninguna experta en literatura germánica ni mucho menos, y desconozco gran parte de los escritores/as del país, pero no hay que ser ningún experto para ponerse las manos en la cabeza al saber que las obras de estas escritoras no han sido reeditadas en su gran mayoría y que para encontrar ejemplares hay que tirar de anticuarios que todavía tengan ejemplares de la primera edición! Os podéis imaginar mi cara de incredulidad al escuchar eso al final de la visita guiada en la exposición sobre las vida y obra de estas mujeres.
Al menos parece que después de que la doctora en filosofía Ingvild Richardsen empiezas a indagar en la historia y la obra de estas mujeres, su trabajo ha dado el primer fruto en forma de expo que se puede visitar hasta el 16 de septiembre de este año. Hablamos pues de algunas de estas mujeres.
Marie Haushofer (1871 – 1940): Pintora y poeta, miembro de la organización “Gesellschaft zur Förderung geistiger Interesan der Frau” (año de fundación 1894) o lo que es lo mismo, “Asociación para la promoción de los intereses intelectuales de la mujer”.
Emmy von Egidy (1972 – 1946): Escritora y pintora originaria de Dresde. Fue una de las primeras trabajadoras de los talleres unidos para el arte y los oficios. También fue miembro de la Asociación para la promoción de los intereses intelectuales de la mujer.
Helene Böhlau (1856 – 1940): Escritora y miembro de la misma asociación. Dos de sus obras más importantes son “El derecho de la madre” (Das Recht der Mutter) y “Mitad animal” (Halbtier)
Carry Brachvogel (1864 – 1942): De descendencia judía, fue escritora polivalente ya que dejó novelas, biografías, obras de teatro y ensayos. Aparte de ser miembro de la asociación feminista también fue la fundadora de otra asociación para mujeres escritoras (Münchner Schriftstellerinnen-Vereina) y de un salón literario.
Emma Merk (1854 – 1925): Escritora y co-fundadora de la asociación feminista y la asociación de mujeres escritoras (1913).
Para luchar contra uno de los otros mitos extendidos que en las asociaciones de mujeres los hombres no tienen cabida, tenemos el ejemplo de Max Haushofer (1840 – 1907), marido de Emma Merk y miembro de la Asociación para la promoción de los intereses intelectuales de la mujer, que junto con otros hombres también contribuyó a la lucha feminista y se sumó a las reivindicaciones de sus compañeras.
Otro ejemplo de organización y de liberación de la mujer muniquesa de finales del siglo XIX lo encontramos en Anita Augspurg y Sophia Goudstikker. Procedentes de Dresde se mudaron a (la todavía entonces) liberal y bohemia Múnich en 1886 para vivir y trabajar como pareja de mujeres no casadas y emprendedoras. Algo tan “banal” como el hecho de llevar el pelo corto ya fue toda una revolución para la época y, sumado al hecho de abrir un taller de fotografía que más adelante se convirtió en el punto de encuentro del movimiento feminista, las convierte en piezas clave del movimiento feminista de la ciudad.

Teniendo en cuenta que no fue hasta 1908 que se permitió que las mujeres alemanas pudieran formar parte de asociaciones y reuniones políticas (a partir de 1898 ya podían formar parte de organizaciones), es de agradecer que el movimiento feminista llevara ya un pequeño recorrido que se empezó a gestar durante al década de los sesenta del siglo XIX. En 1899 tuvo lugar el primer día de la mujer oficial en Baviera en el que se convocó un congreso que agrupó a más de cincuenta mujeres de las 14 regiones de (por lo tanto no sólo fue un movimiento urbano sino que las mujeres del mundo rural también se sintieron interpeladas). Para la clausura del encuentro se representó una obra de teatro escrita por Marie Haushofer y dirigida por Sophie Goudstikker. Desde entonces y hasta el estallido del nazismo, el día de la mujer tuvo lugar bianualmente.

Unos inicios favorecidos por el momento político y social previo a la primera guerra mundial. Unos avances truncados por reaccionisme conservador del régimen nazi, para el que el papel de las mujeres se limitaba al de madre y mujer, fiel y ama de casa ejemplar. Una imagen que desgraciadamente sigue estando muy extendida en la sociedad alemana. Esperamos pues que esta exposición sea la rendija por donde se empieza a desmenuzar este muro de cristal que ha invisibilizado el movimiento feminista de la ciudad durante tantas décadas.
Rosa M. Torrademé
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